martes, 2 de septiembre de 2014

La luz dentro de mí

En la materia de Prácticas del lenguaje leímos el cuento "La noche loca arriba" de Julio Cortázar y la profesora nos propuso que de a dos imaginemos una situación ilusioria y otra real entre las que un narrador en primera persona va alternando. Debajo les dejo mi escritura.

Que cansada que estoy, las piernas me duelen de caminar por la carretera y ya debería estar en casa con mi familia. El olor a campo y a excremento de animal me viene siguiendo hace rato, tengo que escapar. Si me quedo esperando un colectivo o un auto me va a alcanzar y no me puedo presentar así en casa. Me parece que debería ir caminando y hacer dedo cuando vea pasar a alguien.
Unos minutos más tarde.
¡Acá, acá! Paren por favor. Oí el auto frenar de golpe y caí al suelo.
El coche se acercó demasiado y la atropelló.
No se escuchaba nada, sólo un sonido que parecía el de una alarma pero la ignoraba.
Era el sonido de la ambulancia acercándose.
Me sentía débil, tan débil que no podía hablar. En ese instante dos personas, un hombre robusto y alto y una mujer delgada y de estatura baja entraron en la habitación. Estaban hablando sobre unos estudios. Olía a hospital; miré a mi derecha y había una mesa con remedios encima. Había mucho bullicio, pero lo único que llegaba a comprender era una máquina a mi izquierda con cables conectados a mi cuerpo y mis brazos haciendo "Bip, bip, bip" constantemente, los médicos hablando sobre mis estudios y a lo lejos oí que alguien gritaba, tenia la voz bastante grave y lo que escuche era "Déjenme verla, soy su marido. Tengo derecho de verla, suéltenme. Déjenme pasar, tengo que saber como está.". Supuse que era mi marido, desesperado por entrar en la habitación y asegurarse que estaba bien, pero fue imposible que los médicos le permitan pasar. En ese momento volví a oír ese minúsculo sonido pero constantemente, abrí los ojos y ahí estaba mi alarma. La agarré y le saqué la batería. Me volví a dormir. Luego de una siesta vi a una mujer a mi lado, estaba acomodándome los cables, los desconectaba y conectaba en otro lado de mi cuerpo. Comencé a moverme y trate de hablar para decirle que me suelte, que estaba bien y que lo único que quería era ver a mi marido, cuando sentí un pinchazo en mi brazo izquierdo. Mi vista se nubló y vi una luz de día, era tan brillosa que me encandilaba.
Al despertarme 3 horas más tarde vi a mi marido, sujetándome la mano y despidiéndose de mí. Luego, vi a mi marido irse de la habitación; quise detenerlo, pero parecía que las palabras no salían de mi boca pero si modulaba, cuando de un instante al otro, sentí un vacío enorme en mí. La habitación se tornó más fría, sentía que mis pernas se acalambraban y cuando me levanté para verlas era mi gato, recostado encima de ellas. Me levanté de la cama y fui al baño y me mire al espejo. Me moje las manos y me mojé la cara, en ese instante me di cuenta que fue todo una pesadilla. Yo jamás había tenido un accidente y mi marido falleció hace 3 años.

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